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6.12.10

Paciente del 2011

Tratamiento psiquiátrico.

Qué bueno es que te den citas tan espaciadas.

El sábado fue la cita en el hospital, y el doctor ya no me verá hasta mediados de febrero y un poquito más.
Aunque me olvidé de preguntarle si ya puedo tomar. Total, ya quiero brindar para Navidad.

Hoy me quede atenta a mis brazos llenos de marcas de este y de años pasados. Mis muñecas que se enfermaron. Los gatos que no tenían la culpa de nada, a quienes quería llamar; y las enfermeras de las que me quería librar. Ya no probaré con ninguna crema más.

Recuerdo, respiro, río. Tomo las pastillas diarias, pero ya quiero dejarlas. Disfruto de la lluvia y del sol, y ningún arcoiris asoma hoy. Hoy me digo: no, ya no estoy enferma. Hoy, como tantas otras veces, decido volver a ser yo. Y es tan válido como siempre.

Antes de irme a dormir recuerdo cuando me llevaron de emergencia al Noguchi (¡ya sé, escribiré algo sobre esto alguna vez, pero en tercera persona mejor!, chau.). Fue uno de los peores días de mi vida. Pero pienso y me digo que sin ese día de enero tal vez no hubiera entendido. Pienso y me repito que todo saldrá bien, y que más bien, valdría comprarle algunos caramelos a los internos del Larco Herrera en febrero, cuando vuelva a consultorios externos.

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