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31.10.09

Sentir

No las quiero dejar de ver. Me hacen mal pero tienen una brisa de suavidad.
Alejarlas es la mezcla con la dificultad, es posible, lo es lo es loes.
Otro día

las puedo contar sin aburrirme, mi brazo es un caos, es mejor ya olvidarlo.
Las plantas son artificiales como yo cuando me lo hago.
Te llamo naturalidad y has dejado el teléfono descolgado.

29.10.09

Hoy Noelia



Noelia caminaba sola por la Av. Larco. Noelia coqueteaba con un hombre antes de cruzar la pista. No volteó, él sí. Ella lo intuía, lo sabía. Noelia dueña de la pista. Noelia cansada de ver dos películas seguidas y de una vida de adolescencia tardía. Fue ayer cuando Martin dejó de decirle niña y fue hoy que ella lo llamó.

-¿Martin?
-¿Noelia?
-Mira...
-Yo te quiero y si te conté...
-Sólo ya no me llames, menos con otros nombres. Compórtate como alguien de 21.

Tecla roja: end. ¿Qué montón de incoherencias eran esas, Noelia? ¿Tus 18 años te justificaban? Paremos de caminar. El hombre permaneció en dirección hacia ella. Avenida Benavides. Stop.

-Diculpa -previo tocarle el hombro y previo indecisiones
-¿Qué? -se sorprendió falsamente ella
-Te vi hoy y ayer en el centro cultural... y me dejaste con curiosidad
-¿La carcajada, no?
-Pues ¿qué más?

Claro que había más, pero se arriesgaba a parecer un idiota más algo más. Noelia vio en él la picardía de Martin. La picardia que Martin no tenía ayer, cuando Noelia le recomendaba crecer (disfrazándose ella misma de señorita-responsabilidad más una imagen de ella llegando tarde a.), cuando ponía punto aparte a medio año juntos y separados. Sí, ella nunca elegía punto final. El aparte le dejaba la sensación de movilizarse dentro de Martin. Martin la había cagado y ahora se arrepentía, pero pensándolo bien, no le hubiera contado nada, carajo. Encima ya no me responde el celular, Noelia es experta en desaparecer, renegaba él.

-Espérate, voy a apagar esta cosa
-No me digas que la marcación

¿La marcación? Este tipo, pensaba Noelia, parece mayor que Martin y me sale con ¿la marcación? Pena. Lástima. Esto se hubiera quedado en cruzar miradas a las nueve de la noche.

Mal inicio, pero de algo pudieron conversar unos minutos más, hasta llegar al tema-carcajada y al siguiente paradero. Ayer fue cuando Noelia soltó una carcajada en medio de la sala, ahí fue donde Pablo se fijó en una Noelia triste por lo de Martin. ¿Qué hacía Noelia cuando una película le recordaba que siempre se enamora de puro intransigente? Stop, otra vez, Noelia. No te creas adulta. Martin no crece y ¿quién comprobó que tú sí? Tomar decisiones era sólo el primer paso. Lo que sigue de ellas no se solucionan con un punto aparte y con conversaciones de media hora con un extraño, o (¡ves!) en otras palabras, con un Pablo que llegarías a conocer mejor, que le perdonarías el haber dicho marcación.

25.10.09

Sin más del 18/03/2007

urbano

urbano

todo urbano

nada urbano

todo desorganizado

nada claro

urbano

urbano

Decisiones correctas y actitudes no tanto, porque me voy quedando en las horas que me gustaron. Y sobre la era... No, a la era déjala tranquila. Falsos copilotos siempre (casi-casi). Y ahora sí siempre, entre discos y sin gente... corriendo por la hora, alcanzando la corriente. Sobre las calles inútiles.
.

22.10.09

Estaba



Qué extraño es

transcribir textos tristes

cuando no lo estás:


Días del ánimo para verte arriba, arriba, arriba arriba

cerca de las nubes, para tomarte una foto he dicho ¿Yo? No quiero posar para tus fotos. Sí, soy un desastre que no comprende el por qué de sus sensaciones. Oye, no robes, no hagas drama, eso lo haré yo. Las arañas las agarro sin dificultad, me sobra tiempo para sus telas, me las puedo probar, con ellas inmortalizar el instante. No caminaré hoy porque mis piernas no responden ¿está bien? Cansada pero con ganas voy detrás de cuchillos o pastillas, me las quiere dar, no le hagas caso me dice quien no ha estado en este estado. Le hago tragar saliva, ella no me merece.

.
.
.

Y en la noche este texto, como yo...



Quisiera que alguien me consolara en este día sin luz, quisiera que alguien viniera y me hablara como si yo tuviera 10 años, como si tuviera 5 años, y me dijera que a partir de mañana, esfuerzo tras esfuerzo, las cosas se van a arreglar y que voy a alcanzar la vida que quisiera vivir, y entonces, quizás podría quedarme dormida esta noche sin esos surcos en mi frente y sin esas lágrimas en el corazón. Entonces, quizás podría despertar mañana con una sonrisa en los ojos una nueva fuerza, una nueva fe...

"Mañana" de Valérie Valére

no decir chau ni au

19.10.09

Muestra de teatro!


click y vayan pues :)!

13.10.09

Día no es día

  • Me impido salir.
  • Las lágrimas ya no pueden ser saladas.
  • El ánimo es una ensalada, un juego mecánico, como viajar en combi.
  • Acto seguido los segundos se vuelven enemigos.
  • Mentir es tan necesario.

No quiero soñar con niñas que prenden cigarros sin tenerlos, yo no las puedo salvar. No me lo pidas porque esos sueños me hacen daño aunque parezca lo contrario. Pero a dormir, me dice el creador.

Dormiré sin reflejos, como los que él dice que vi ayer. Yo no me llamo Lucía, sólo de las ficticias pertenezco.

A ellas les echo la culpa porque no reclamarán hechos, porque con ellas puedo viajar, ir hacia la ponciana, no cortarla.

9.10.09

Solución a mis manos frías



Paso de todo, menos de mi cuerpo.


Siento tanto y no de pedir perdón


porque no soy culpable. Yo alcanzo.


Me alimento y no me alimento.


No quiero decir prohibido,


las verduras las frío.


Ellos no saben cómo me quedo.


Me gusta el calor del auto.


Cuando entro, no necesito


frotarme las manos,


ellas están en familia.



El espejo retrovisor tiene doble función:


veo la pista y todo el tráfico de Lima,


para luego querer arrancarme cejas y pestañas,


y morder los labios es tan necesario.
.

4.10.09

No more pills, please

•••


••••


•••• ••


Oye, psiquiatra, tú me caes bien pero me aumentaste la dosis, y tengo mucho sueño. Intento escribir mi ensayo para mañana y lo único que quiero es tirarme en mi cama. Comenzamos con una y media todas las mañanas, luego dicen mejoré, pero me sorprendí al escuchar que la dosis aumentaría a dos. “No te preocupes, es parte del proceso” fue lo que escuché, y me fui feliz y sin darle vueltas, aceptando cumplir lo que debo de cumplir. La última vez que te vi, estaba post crisis, tú sin tapujos aumentaste –no la dosis, ésta se mantenía igual- otra pastilla y visitas más seguidas a tu consultorio. No sé qué tan grave me viste que me dijiste que si quería no pagaría la próxima sesión. Tal vez hayan tenido una conversación profesional, y ella, desde la parte psicológica, te haya contado de mi inseguridad, impulsividad, temores y descontroles. Tal vez tú le hayas contado de mi autodestrucción. O quizás no hayan hablado hace algunos años, total, ella sólo te recomendó. Quizás se hayan visto sólo un par de veces en conferencias sobre enfermedades mentales del siglo veintiuno. No importa, ya estoy harta de pisar consultorios psi.


-la escuché hoy

3.10.09

¿Y si lo hacemos de nuevo?

Diana y Emilia habían terminado de cenar en familia. Esta había sido una Navidad distinta. Los otros años todo eran ruidos, regalos, luces, primos y vecinos. Esa vez, tal vez había todo, pero ni ellas ni los que comieron en esa mesa lo sintieron igual. Diana salió al jardín a las dos de la madrugada, y mientras ella lloraba, el barrio celebraba. Emilia, en cambio, se quedó en el patio escuchando a Sofía preguntarle con la inocencia de sus tres años "¿Tu mamá se va a morir?" Emilia sólo se la llevó a dormir. Quienes no estaban ya durmiendo prendieron la tele del comedor. El noticiero reemplazó la cerveza y el whisky de hace un año. Las lágrimas reemplazaron a Héctor Lavoe en la radio.
Diana no se soportaba ni a ella ni a sus ideas, todas (Diana e ideas de Diana) catastróficas hoy y mañana. Buscó a su hermana y las dos inevitablemente corrieron al segundo piso. En el primero, siempre más familiar, nadie notó la ausencia, gracias al ruido que no hicieron y a las luces que no prendieron. El pasadizo estaba más frío de lo habitual, como las manos de Diana asustada y los amores de Emilia preocupada.

-Sofía me preguntó si mamá se iba a morir. No puedo creer lo que le quise responder.
-Cállate. Aún no se va a morir. El doctor habló con mi papá y...
-No seas idiota. A corto o largo plazo, igual morirá. Sólo la tendremos unos meses más -finalizó Emilia.

Los doctores sentenciaron que no era cáncer (Déjeme decirle que es peor que el cáncer y su esposa ya lo sabe, le explicó el doctor al papá), más bien una de esas enfermedades raras y mortales, casos interesantes tanto para destacados estudiantes de medicina como para el programa concurso de las tres de la tarde, sí, ese que cumplía (no tan) fácilmente los sueños. Ellas creyeron decidir esa madrugada navideña: Diana se colgaría de la puerta de la habitación de Emilia, y viceversa.


-Tú agarra más libros, yo tengo las páginas amarillas -alcanzó a decir Diana

Partida en dos la soga rosada que Sofía olvidó llevarse hace unas semanas a su casa, la amarraron a cables pegados arriba de sus puertas. Se subieron cada una a su torre de libros ¡todas las sillas estaban en el primer piso! Emilia no supo en qué momento Diana se quitó la ropa para querer hacerlo en bata de baño y en botas. Emilia esperaba. Su hermana la miró, sonrió con aire triunfal de haber decidido primero y se colocó la soga al cuello. Pateó la guía telefónica mientras su mamá subía a dormir las doce horas necesarias antes de la inyección diaria. Vio a sus hijas, ya sin alarmarse por la escena también diaria. Se acercó a Diana y le rebuscó el bolsillo de la bata. Emilia soltaba carcajadas.

-¡¿De dónde has sacado todas estas pastillas?! (1)

Diana aún no se moría, algo siempre había fallado, tal vez por ser la soga de plástico o por volver a pisar las páginas amarillas. Miró molesta a su mamá, se sacó la soga del cuello y se fue a su cuarto a llorar.


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(1) En la versión original, la mamá le encontraba dinero en el bolsillo.