Páginas

21.3.23

Winter Park, el aire ajeno y helado

Estaba buscando una dirección cuando la tormenta inició. Ese pueblo rodeado de montañas y nieve aún me era extraño y quizás lo sería siempre. No había autos, no había gente. Sentía el frío intenso en mi nariz y en mis manos. Intentaba acercarme al paradero de buses para averiguar a qué hora pasaba el siguiente, pero era inútil, estaba a varios metros y tenía la tormenta en contra. Recordé una sensación parecida a la tormenta de arena en Paracas cuando tenía 7 años, pero ahora se le sumaba el frío, la nieve que me pegaba fuerte, lo desconocido, lo sola que me encontraba y la inevitable condición de tener 19 años y pensar en lo peor.

En mi país sería más fácil, pensaba mientras me aguantaba las ganas de llorar, ya no por el frío sino por las decisiones que me habían llevado a estar sola en ese lugar. Di unos pasos para apoyarme en una pared y alcancé a ver con dificultad que era una pequeña oficina de correo postal. Ingresé y me quedé en un pasillo. No quería averiguar si había alguien dentro, no estaba con el ánimo de preparar más frases en inglés. Me senté en el piso al lado de varios casilleros y me puse a llorar bajito.

Me gustaban las carreteras y el silencio de ese pueblo en Colorado. Allí nadie me conocía de antes. Era la primera vez que pasaba tanto tiempo lejos de casa, pero estaba feliz, lejos de la universidad, de la familia, de los amigos. Allí haría nuevos amigos a quienes nunca volví a ver cuando regresé a Perú y un amor que me hacía sentir mayor y superior.

En mis días libres, caminaba unos 4 kilómetros para llegar al supermercado. Disfrutaba la sensación de estar bien abrigada, el aire helado ya no molestaba. Me gustaba caminar pisando fuerte para voltear la mirada y ver mis huellas en la nieve. Todo era tranquilo, todo me era ajeno, todo dependía de mí. Pero había en mí una contradicción continua que se repetiría y que sentí por primera vez la tarde que quedé atrapada en el correo.



26.7.22

Cuando todo pase o no (versión II)

Me gustaría habernos conocido en la orilla de Cantolao mientras leía algo trágico y miraba atentamente el mar. Pero no. Más bien, adoro la forma cómo lo hicimos. Yo a punto de largarme porque demorabas. Te odié tanto. Pero valió la pena la espera, porque ese día sí hubo mar, no libros, sí historias, no de chicas que se ahogan, pero sí de tantas otras cosas.

Y sí, hasta ahora piensas que soy un poco extraña, pero me conoces tanto, que podrías definirme sobre lo que soy realmente. Una chica que llora con películas o series, que le gusta la música comercial pero aun así guarda extrañezas, que ni a mí me importan. Pero esa sería una trampa, la real definición que necesito hoy de mí es la tuya.

Algunas veces te hartas de mis -pongámosle- intensidades, porque me aburre buscar otros términos de moda que reivindiquen. Pero nunca te hartaste de mis pensamientos. Efectivamente, yo me hartaba y harto primero de ellos.

A decir verdad, fuiste un stop bonito para mis impulsos. Aún lo eres.

Y si te asustan mis ideas depresivas o las ya pocas manías, me abrazas siempre e intentas desaparecer mis miedos. Intentas ahuyentar al oso, Mr. Nobody. Y no hay nada más bello que eso.

Y menos mal que te entusiasma cocinar. Menos mal que nos entusiasma esta sencilla vida juntos. Menos mal que te encanta verme bailar u oírme cantar (porque sino me sentiría atrapadaaaaaaaaaaaaaaaa), por lo que lo superficial…. ¿qué es lo superficial? Yo adoro cuando inventas canciones con el apodo que me has puesto o con palabras que te voy lanzando al azar.

No te molesta cada vez que pregunto por tus sentimientos en los momentos menos pensados. Generalmente te agarro de sorpresa, te ríes y respondes. Las veces que no, te entiendo y a veces te abrazo o me llegas y me voy.

Pero aún no te he preguntado cómo funciona el amor y los antivirus y su fecha de expiración.

Adoro todo lo que nos hemos enseñado mutuamente, no sólo de libros o películas. [Obviamente una de las cosas favoritas es excedernos con frases como “That´s what she said!”, gritándola al mismo tiempo como estúpidos]

“Que me quiera más cuando yo no sepa hacerlo o cuando me largue a llorar y piense que el mundo está mal.” Así, tal cual.

Jajaja. Me da risa citarme a mí misma.

Eres todo lo mejor que pudo llegar a mi vida, eres los momentos más hermosos y los planes y sueños en común, eres quien me toma de la cintura en las fiestas, de la mano en las calles, del cabello antes de dormir. Me celebras todos los días. Eres quien me ha tomado todas mis fotos favoritas. Contigo me veo/ me ven feliz.

Amo cuando quieres que descanse, que eres como una pilita que se agota me dices, y sí me agoto. Tienes razón. Me dejaré de exceder.

Hace dos años, sentía que el mundo acabaría, o al menos mi esperanza en él, pero hoy podemos recordar la pandemia casi entera juntos, que el mundo empezó cuando nos conocimos en medio de esta locura triste. Pero contigo vi y continúo viendo todo lo bueno de esta vida.

-Luis, ¿cómo funciona el amor? -te preguntaré antes de dormir hoy.


Foto: película Mr. Nobody
Esta escena es triste, mi post es alegre porque es de amor, pero no importa :)

24.11.20

Los intocables

A menos que leas esto, nunca podrás saber lo que ocurrió: unos completos desconocidos nos salvaron, ahora que lo pienso hoy. Le pregunto si sucede algo, intuyo que sucede algo malo. Él no responde. De pronto, voltea la cabeza, saca el arma y yo sólo puedo gritar. El primer disparo desata el caos. Todo se ha desordenado: aparecen hombres que nunca vi, todos armados. Él ha soltado el coche, tú estás por caer y las piernas no me responden. Mis brazos se cuelgan de este desconocido en medio del infierno desatado. Pero es imposible: para él, ya no existimos. De las paredes, cual hologramas, salen más hombres. No logro saber cuántos son, quiénes son, tampoco si hay dos o tres bandos. Mis ojos vuelven rápido a ti, tan pequeñito ahí. Tú, que no tienes idea de lo que ocurre, que no tienes idea que la vida puede acabar en 5 segundos. Intento bajar corriendo las escaleras, pero caigo de inmediato: soy una inútil andando. De pronto, el coche no suena más, por un segundo pienso que es el final y el corazón no me da más. Basta subir la vista para ver que el pie de otro hombre -ya son tantos, que todo se me ha combinado- ha servido de escudo, que el pie de otro hombre ha impedido el fin del mundo. Las balas terminaron, suena música por fin.


Decir que era una de tus películas favoritas. Decir que ya no te veré más. En el comedor, en el barrio, con tus lentes de sol; y entiendo de quien aprendí a sentirme en una película. Decir que escribí este texto hace unos meses, que jamás pensé en enseñártelo y que hubiera sido más bien la idea perfecta para un año no perfecto, pero sí significativo. Ahora que no estás. Que no llegarás a la actuación del colegio, que no le creeré a nadie más que a ti el luchar contra tiburones en altamar. Ya no estarás tampoco en las ausencias que empezamos a crear. Ya no te escucharé hablar ni de Italia, ni de política, ni de las dolencias que crecieron tan rápido. Porque hoy vuelvo a tener 9 años y me calmas pasando tu mano por mi cabeza. Porque hoy vuelvo a tener 19 años y caminamos divertidos por Miami. Porque ya te había inmortalizado antes, cuando la abuela volvía del más allá a molestarte. Por un segundo sentí culpa de ese cuento estúpido que escribí hace años. Pero luego pienso que la vida es una tontería bonita y un poco idiota, pero no ese cuento. Pero no el amor que siento.

Te has ido. Pero el corazón se abrigó, y abrigó este veintitres tranquilo. Las balas terminaron, suena música por fin.

30.9.20

Despegar

1. 

No sé cuántos días han pasado. La monotonía, blanca y limpia, llegó a mi vida.  No es tan mala. Al fin y al cabo, han detenido, como un tren nunca lo haría, los cambios externos, el día ajetreado, el micro lleno. Aquí, encerrada, el tiempo tiene brazos largos, o quizás no existe y yo lo invento. Aquí, sueño y vuelo, con los ojos cerrados y abiertos. Con los ojos cerrados, vuelvo a la Tierra y todo es caos, tristeza. Con los ojos abiertos, hago alcanzar la comida y todos los días es un reto. Al anochecer, caen silencios en el piso de la nave, ellos agradecen siempre y retiran la batería alcalina de mis rodillas.


2.

Se pierde el miedo, al menos por pocos segundos. Se voltea la cabeza lentamente a la derecha, el brazo es una extensión, efectivamente. Se estira, va por encimita del agua. No hay nadie ya a quien temer. Nadie que se proponga ahogarme. Pero igual volteo a ver. El recuerdo intacto de descansar en el mar. Las luces bajitas del cuarto. La sábana reemplaza al océano. El cohete despegando desde la orilla. Por fin me recuesto a su lado y mis manos ya han cantado.


3

Soy la energía del rap en el desayuno. Ya decía la furia y la alegría. Ya decían Faulkner y Shakespeare el sonido y la furia, tal vez. Soy la inmovilidad, pero la explosión y el desorden, también. Soy tanto en un metro sesenta. No alcanzo a nombrarme. Soy contradicción con explicación. Una dedicatoria en un viejo libro. Un cuento o dos de otro aún no escrito. Una anécdota de cerveza y llantos, de derrotas y cosas interesantes escritas en una revista extranjera. Soy desempolvar un librito antiguo y oh, encontrar y empezar a nombrar.


4.

Todo lo que sigue

hay tanto que sigue.


10.8.20

Cuando todo pase o no.

Me gustaría que un chico con manos grandes y cabello corto me encuentre en la orilla mientras leo un libro divertido

Se acerque y me diga qué lees y yo responda una historia sobre una chica que se ahoga

Que él no piense que estoy loca sólo que soy un poco extraña

Pero nunca quise ser extraña. Quizás eso me hace serlo

Un chico que no se harte de mis pensamientos. Al menos no más que yo

Que sea capaz de cocinar y se dé cuenta de todos los errores que cometo en la cocina y me abrace como un día me abrazó el director de cine al darse cuenta que el microondas estaba desconectado y yo me había molestado conmigo en vano y con el microondas por creerlo viejo e inútil eres un desastre y ya el abrazo

Que no le asusten mis ideas depresivas ni tampoco las manías desorbitadas

Que no piense que soy superficial porque me gusta bailar reggaetón en la ducha. O que lo piense pero no se vaya

Me gustaría que me toque la cara con sus dos manos y no diga nada y yo no decir nada

Que no se moleste cada vez que pregunto cómo funciona el amor y los antivirus y su fecha de expiración 

Que no se moleste cada vez que cite como estúpida una frase de un libro de una canción de una película 

Que me quiera más cuando yo no sepa hacerlo o cuando me largue a llorar y piense que el mundo está mal

Que se parezca y no se parezca a todos los chicos que me han tomado de la cintura y de la mano y del cabello

Que celebre mi falta de empatía cuando me burlo de la gente a escondidas y luego me regañe y me diga "está bien" por un rato y ponga una mano en mi rodilla y luego ponga seinfeld en la laptop

Que celebre todos mis cumpleaños y no se aburra de los regalos que le hago

Preferiría un chico que me tome fotos que piense que son profesionales cuando en verdad no lo son pero no importa si no sabe

Que me sirva más cerveza cuando se me acabe y comamos de un solo plato a veces eso es muy íntimo pienso recuerdo y a veces me gusta

Que se acuerde que nos conocimos cuando sentía que el mundo acabaría pronto para mí en esta loca ciudad que recuerde que el libro hablaba de la muerte y que era divertido y que él se rió aunque nunca sepamos si de verdad se rió