Alicia estaba sentada junto a personas conocidas y desconocidas.
La combi llena y el semáforo en rojo.
El sol quemaba y las ventanas abiertas.
La bulla de las bocinas era fea. Aturdía.
Pero aún habían ganas de sol, de calor y de salir con polos de manga corta.
Alicia estaba sentada.
Hablaba y su ventana abierta.
Un hombre caminando por la pista, en medio de los demás carros.
Se estacionó al lado de la combi, y metió su brazo por la ventana de Alicia.
De Alicia disfrutando del sol.
La sujetó del cuello, a Alicia.
A Alicia aturdida por las bocinas.
Mostró el arma: un cuchillo más grande y filudo que los que había visto en su cocina, ella, Alicia.
Ella, Alicia, que dejaba de disfrutar del sol y empezaba a hacerlo de los gestos (últimos) de los de la combi; que ya no estaba aturida por las bocinas y empezaba a estarlo de los silencios de esos gestos.
La cabeza rodó dentro de la combi.
Y ya no había una visión desde Alicia.
Por eso que fin.
Chau Alicia.
No "Chau Alicia".
Chau dice Alicia.