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29.1.15

Piedritas

Los relatos se cruzan, aparece Bukowski, aparece Adolph, los degenerados más apasionantes, Martín Adán tiende una sábana blanca que ordena y desordena todo. Las letras colapsaron en esta relación. Más bien, la imagen, el sueño de ayer, la alucinación de entrar desnuda a un baño, a dos. No hay misterios, ya no importa debatir ni marchar, importa el aire que pasa entre mi dedos, importa la resequedad de mi boca, importa irse a dormir a las 4 de la mañana, acordarse del drogadicto y su preocupación por mí. Uno nunca se recupera. Los intelectuales han vuelto, y el vigilante sigue jugando con la silla de ruedas.

Importa cómo duermes, cómo vas a dormir.
Las sobras del día anterior.
En enero aparecen ellos, en el patio.
Tiran piedras en la ventana, y yo despierto.